lunes, 26 de octubre de 2009

The Dangerous Others

Sophie Body-Gendrot



La autora nos habla de como cambio su visión con respecto a la policía al experimentar experiencias en Francia y Estados Unidos, pues ella señala que como experta en Ciencia Política, sólo había utilizado ese concepto para asociarlo a abuso y negación de la justicia, sin embargo una experiencia le cambios su cosmovisión, ese evento fue que fue invitada a participar como jurado en una corte.


La experiencia también la llevó a hacer una reflexión sociológica, pues intentó ponerse en el lugar de los acusados y se dio cuenta que cualquiera hubiera podido estar en esa situación si es que las condiciones favorables no se hubieran presentado en su vida; otra lección que aprendió fue que los policías tenían que realizar su trabajo de una manera muy fría y siempre conservando la calma, ya que aunque se les había presentado la oportunidad de sacar su arma y disparar, prefirieron ir hasta las últimas consecuencias de la lógica, sin necesidad de sacar el arma.



Otra de las características de las personas que eran juzgadas, es que en su mayoría eran personas pobres que vivían en zonas con precarias condiciones de vida, los cuales estaban siendo juzgados por personas de clase media, algo paradójico es que muchos de estos delincuentes eran juzgados por cometer delitos, tales como: robo a otros pobres (aspecto que sin duda nos obliga a reflexionar).



Todos estos eventos, llevan a que la gente se genere una prevalorización y estigmatización de esas personas que por múltiples razones se encuentran en condiciones desfavorables y por tanto de desigualdad, la cual promueve la violencia, debido a la generación de sentimientos de resentimiento.



Es importante también el poder aterrizar lo que nos señala la autora al caso concreto de nuestro país:



Un eje primordial para el correcto funcionamiento de un Estado, es que éste posea un estado de derecho que garantice la correcta aplicación de la ley, en ese sentido, nuestro país ha sufrido un estancamiento a lo largo de los últimos años, las recomendaciones de instituciones internacionales como la OCDE, hacen alusión a que México tiene que atender y mejorar la seguridad y el estado de derecho, mejorar la calidad de la seguridad pública y como un asunto fundamental para el desarrollo, superar las prácticas de corrupción.




Es la corrupción uno de los principales problemas que aquejan a nuestra sociedad, y lo más alarmante es que esta corrupción se genera en todos los ámbitos y ello propicia que las instituciones en las que los ciudadanos deberían de tener certeza estén minadas por órganos complejos de corrupción, donde inclusive llega a haber colusión entre las autoridades y las propias organizaciones criminales. México obtuvo el lugar 72 de 80 de corrupción de acuerdo a Transparencia Internacional.




México en cuanto su independencia judicial tiene el lugar 75 de 131 países evaluados por el Foro Económico Mundial, el poder judicial de nuestro país en muchas ocasiones no actúa conforme a las leyes generales de la República, sino lo hace de una manera politizada, jugando incluso un papel más como actor político que como garante de la correcta aplicación de la ley.



La estructura legal de nuestro país tiene el lugar 96 de 131 de acuerdo a “La eficiencia de la estructura legal”, sin duda la forma en que se aplica la ley en nuestro país es muy engorrosa y difícil, precisamente ello es una larva perfecta para que se genere la corrupción y que la ley funcione sólo para quienes tienen dinero y los desposeídos son incapaces de hacer valer sus derechos y peor aún si aparte de ser pobres, son mujeres y son indígenas, de modo que como señala la autora parece ser que las leyes son hechas para unos cuantos con dinero, mientras que las cárceles están llenas de pobres.


México en cuanto al crimen organizado y eficiencia de las policías, ocupa el lugar 120 de 131 países y el 119 respectivamente. Sin duda los datos analizados son muy reveladores y la evaluación de este año de acuerdo al contexto actual no parece que vallan a mejorar, sino todo lo contrario, donde a las evaluaciones se van a agregar elementos de terrorismo, múltiples asesinatos, de una ineficacia del gobierno para hacer frente al crimen organizado, altos mandos con una estrecha relación con narcotraficantes, etc., sin duda no es nada alentador el panorama, sólo esperemos que los responsables de las riendas del país tengan el conocimiento de datos tan importantes para saber que tipo de país queremos ser y hacer, lo cual lo lograremos como señala la autora imaginando nuevos mundos y ofreciendo respuestas innovadoras, pues es tarea ineludible de todos nosotros, para así -aunque suene idílico- poder heredar un mejor mundo a las generaciones futuras.

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